Adolescentes y confinamiento
En una etapa de la vida en la que de forma natural y en la mayoría de los casos no traumática, se da un alejamiento de la protección familiar para así poder afrontar la exploración del mundo exterior, en la que a través de las relaciones de amistad que se establecen con los pares, se va desarrollando el proceso de búsqueda de identidad tanto personal como social, este obligatorio parón marcado por el confinamiento viene a suponer algo así como "establecer una pausa" a dicho proceso.
Desde el continuado contacto que las personas que formamos el equipo de Norbera mantenemos tanto con los/las adolescentes atendidos/as así como con sus madres y padres, podemos señalar que en las formas de responder a esta imprevista cuarentena, y aunque existen algunas excepciones de situaciones tensas, (principalmente marcadas por la fuerte desorganización y abandono de hábitos y rutinas), nos encontramos con una mayoría de chicas y chicos que están respondiendo de forma positiva frente al confinamiento.
Según nos relatan tanto los/las adolescentes como sus progenitores, se han ido reduciendo las habituales tensiones y los amargos enfrentamientos que se daban antes de la presente cuarentena. Si por un lado, han mejorado el comportamiento que tenían en sus casas, por el otro, también se ha ido relajando las formas, en ocasiones viscerales e inadecuadas, de respuesta y confrontación de sus padres y madres.
Nos encontramos con que muchos adolescentes atendidos en Norbera se están comportando aceptablemente bien, por no decir, inesperadamente bien. Participan de la vida familiar y de sus rituales de horarios, comidas, cenas, de actividades lúdicas compartidas en familias (como ver películas y series, juegos de mesa…) Por otro lado, también están realizando una buena parte de las tareas que les envían desde sus centros escolares, y aunque como se suele decir no se levantan antes de que pongan las calles, han ordenado bastante bien los tiempos de sueño y vigilia.
Esta respuesta que están dando a la situación de confinamiento, está redundando en una importante relajación de las relaciones familiares, lo que a su vez, está incidiendo de forma positiva en el nivel de comunicación familiar, que es uno de los principales factores de la "salud familiar"
Pero lo que más nos está asombrando de esta situación, es que algunos/as de los chicos/as que han mejorado su comportamiento, estaban atravesando en la etapa previa a la cuarentena por una fase de gran desorden interno, tanto a nivel cognitivo como emocional, que se reflejaba en una fuerte desorganización de hábitos, trasgresión de límites y enfrentamiento e incomunicación familiar.
Pensamos que el hecho de romper durante un tiempo la dinámica en ocasiones frenética a la que se ven sometidos tanto ellos/as como sus familias, con estresores y presiones constantes (colegio, grupo de amistades, trabajo de los padres, consumos y horarios descontrolados,…) les está haciendo bien. Que pasar tiempo en casa, con sus madres/padres, hermanos y hermanas, el poder hablar en familia, ver series juntos, comer y cenar todos a un tiempo… reduce estresores y relaja.
Quizás y como aprendizaje de esta primera impresión, debemos preguntarnos si no vivimos nuestra vida demasiado hacia fuera de nuestra familia y de nosotros/as mismos/as. Es bonito percibir que algunas familias están viviendo con resignación positiva la experiencia de retornar la mirada hacia el hogar.
Alberto Ruiz de Alegría - Director técnico de Norbera.
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